El mundo cambia y con él, la manera de trabajar, relacionarse y consumir. El café también es parte de esa evolución
Suena la alarma del celular. El aroma de una rica cápsula de café da comienzo a un nuevo día. Junto a la taza, las noticias pasan por la tablet, que compite con los mensajes de Whatsapp que empiezan a sonar desde temprano.
La globalización, el avance de la tecnología y las nuevas generaciones cambian constantemente los comportamientos cotidianos.
Cada vez quedan más lejos los clásicos despertadores, las máquinas de café que se programaban la noche anterior (como un gran adelanto) o las páginas de papel de los diarios, que muchos todavía se niegan a dejar de lado.
Lo cierto es que nada es reemplazable. Sino que hoy, las opciones son infinitas y uno puede elegir qué rumbo tomar.
Y es que los paradigmas han cambiado. Y con ellos, las maneras de trabajar, consumir y hasta relacionarse.
Hoy, casi todo se puede hacer desde casa. A veces, con un solo clic.
Y en esa búsqueda, la información es amplia, variada y al instante. Y los consumidores pueden, en poco tiempo, encontrar múltiples opciones antes de tomar una decisión.
Y así como la moda, el trabajo y las relaciones interpersonales cambian, el café también.
Hace unos años, hubiera sido impensado ver a la gente con un café en la calle. Hoy, es cada vez más común comprar el desayuno camino a la oficina, tomar café en el auto o esperar el colectivo con un vaso caliente en la mano.
Los especialistas aseguran que este fenómeno mucho tiene que ver con la nueva generación de millennials y también, con las redes sociales.
Sin embargo, ya no sólo es cuestión de los más jóvenes.
Hoy, el take away es un hecho. Tanto es así que su aumento motivó a las empresas a lanzar nuevas plataformas de venta: hasta desayunos vía Internet.
Pero como decíamos, nada es reemplazable. Ningún café o modo de tomarlo reemplaza a otro.
Los argentinos tomamos café en todo momento y en todas las situaciones. Y el cafecito siempre se convierte en la mejor excusa.